Ir al contenido

Página:La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán).djvu/63

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
49
EL INFIERNO. CANTO II.

gir escudriñadoras miradas en torno mio, y ví por todos lados un gran campo lleno de dolor y de crueles tormentos. Como en los alrededores de Arlés, donde se estanca el Ródano, ó como en Pola, cerca del Quarnero (1), que encierra á Italia y baña sus fronteras, vénse antiguos sepulcros, que hacen montuoso el terreno, así tambien aquí se elevaban sepulcros por todas partes; con la diferencia de que su aspecto era más terrible, por estar envueltos entre un mar de llamas, que los encendian enteramente, más que lo fué nunca el hierro en ningun arte. Todas sus losas estaban levantadas, y del interior de aquellos salian tristes lamentos, parecidos á los de los míseros ajusticiados.

Entonces le pregunté á mi Maestro:—¿Qué clase de gente es esa, que sepultada en aquellas arcas, se dá á conocer por sus dolientes suspiros?—A lo que me respondió:—Son los heresiarcas, con sus secuaces de todas sectas: esas tumbas están mucho más llenas de lo que puedes figurarte. Ahí está sepultado cada cual con su semejante (2), y las tumbas arden más ó menos.—Despues, dirigiéndose hácia la derecha, pasamos por entre los sepulcros y las altas murallas (3).


(1) Quarnero. Flanaticus sinus de los antiguos: golfo del Adriático, que baña la Istria, última parte de la Italia, confinente con la Croacia.

(2) Es decir, cada secta en su lugar, separada de las otras.

(3) Supónese que pasan entre los sepulcros y las murallas de la ciudad. En el canto siguiente: dice: «Tra 'l muro della terra ed i martiri