cosas, que darán testimonio de mis palabras (1). Por todas partes oia yo gemidos sin ver á nadie que los exhalara; por cuya razon me detuve atemorizado. Creo que él creyó, que yo creia (2), que aquellas voces eran de gente que se ocultaba de nosotros entre la espesura; y así me dijo mi Maestro:—Si rompes cualquier ramita de una de esas plantas, verás lo equivocados que son tus pensamientos.
Entonces extendí la mano hácia delante, cogí una ramita de un gran endrino (3), y su tronco exclamó:—¡¿Por qué me rompes?—Inmediatamente se tiñó de sangre, y volvió á exclamar:—¿Por que me desgarras? ¿No tienes ningun sentimiento de piedad? Hombres fuimos, y ahora estamos convertidos en troncos: tu mano deberia haber sido más piadosa aunque fuéramos almas de serpientes.
Cual de verde tizon que, encendido por uno de sus extremos, gotea y chilla por el otro, á causa del aire que le atraviesa, así salian de aquel tronco palabras y sangre juntamente; lo que me hizo dejar caer la rama, y detenerme como hombre acobardado.
—Alma herida, respondió mi Sabio; si él hubiera podido creer desde luego, que era verdad lo que ha leido en mis versos (4), no habria extendido su mano hácia tí: el ser una cosa tan increible me ha obligado á consejarle que hiciese lo que ahora me está pesando. Pero dile quién fuiste, á fin de que, en compensacion, renueve tu fama en el mundo, donde le es lícito volver.—El tronco respondió:—Me
(1) Lo que se lee de Polidoro en la Eneida, donde cuenta Virgilio, que sobre el cuerpo de aquel habian nacido yerbas, las cuales, cortadas por Eneas, brotaron sangre.
(2) I' credo ch' ei credette ch' io credesse...
(3) Ciruelo silvestre, con espinas negras en las ramas, cuyo fruto pequeño y áspero al gusto no se utiliza para nada: crece espontaneamente en los parajes incultos.
(4) Es decir: si Dante hubiera creido lo que Virgilio cuenta de Polidoro.