Página:La Escuela Moderna - Póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista (1912).pdf/240

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vida; se le ha de atrofiar o hipertrofiar tal o cual órgano; es preciso mutilar, deformar, transformar; en una palahra, se ha de confeccionar un ser anormal, un monstruo, como se dice en historia natural, inútil para sí mismo, aunque utilisimo para el hombre, que de él saca utilidad y placer.

La cría, dispénseseme la irreverencia, la educación del sér humano, por el contrario, tiene por principal objeto el bienestar del individuo, la satisfacción de sus necesidades naturales y esenciales, y, por tanto, la adquisición, el desarrollo y el perfeccionamiento de todos los órganos, de todas las facultades que pueden mejorar su situación, asegurar y aumentar su felicidad. No hay, pues, más que seguir las leyes de su propia naturaleza, las leyes fisiológicas, las leyes socio- Iógicas que determinan los medios y las condiciones más favorables a la evolución armónica y progresiva de su organización, de sus facultades fisicas, intelectuales y morales, a la realización, no nos cansaremos de repetirlo, de la mayor suma de bienestar posible.

¿ Pero qué se ha hecho? En cuanto el hombre pasó aquel tiempo en que se criaba como un simple mamifero, se creó poco a poco una multitud de entidades : Dios, el presente más funesto que podía hacerse, unavida futura, almas, manes y otrās quimeras que hacían de la persona humana una especie de monstruosidad, un compuesto de dos substancias contrarias, inconciliables, de las cuales la una dice sí cuando la otra dice no. Esas entidades, a pesar del progreso de las artes, de las ciencias y de la industria han extraviado siempre al pedagogo sobre el arte de criar los niños.

Algunos filósofos habían negado la realidad de tales fantasmas, el hombre iba a retrotraerse a su vida normal, cuando Malherbe, no, el Cristo vino y enseñó la abnegación, la humillación, el suft imiento, el envilecimiento, el anodadamiento en este mundo para ganar el otro. Desde entonces la naturaleza humana fué considerada como totalmente pervertida, y este sér doble llegó a ser más incomprensible aún: fué a la vez ángel y animal, libre y predestinado, definido e indefinido, es decir, un sér que únicamente la teología sabía crear, procrear, volver a crear, enseñar, disciplinar, regentar, aconsejar, confesar y sobre todo

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