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ÚLTIMO VIAJE DEL SERENÍ

—Ahora, díjonos el Capitán, mucho cuidado. Dispare Vd. su arma sin hacer movimiento alguno ó de lo contrario nos vamos á pique. ¡Todo el mundo listo para equilibrar, si el bote zozobra al disparo!

El Caballero levantó su arma y los remos cesaron de hender el agua: todos nos inclinamos del lado contrario para mantener el equilibrio y todo fué ejecutado con tal felicidad que no hicimos entrar al bote ni una sola gota de líquido.

En este instante nuestros enemigos tenían ya su pieza montada y lista, y Hands, que estaba junto á la boca, con el escobillón en la mano, era el más expuesto de todos. Sin embargo, no tuvimos fortuna, pues precisamente en el momento en que, ya seguro de su puntería, disparó Trelawney, el astuto timonel se encorvó rápido como el pensamiento y la bala que pasó silbando por encima de él, fué á herir á otro de los cuatro piratas que cayó al punto.

El grito que este lanzó fué repetido no sólo por sus compañeros de al lado sino por otras muchas voces desde la playa. Volví la vista en esta dirección y noté que todos los demás piratas salían de entre los árboles en aquel momento y se apresuraban á ocupar sus lugares en los esquifes.

—Ahora vienen allí los botes, señores, dije.

—Enfile Vd., pues, recto, gritó el Capitán. Ahora ya no hay miedo de zozobrar; ¡firme á los remos! Si no podemos llegar á tierra, todo ha concluído para nosotros.

—No han tripulado más que uno de los botes, Capitán, añadí. Los hombres del otro van probablemente por tierra á cortarnos el paso.

—El calor es excesivo y la distancia no es tan corta