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Página:La Isla del Tesoro - Caballero 1901.djvu/177

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LA ISLA DEL TESORO

para que lo consigan fácilmente, replicó el Capitán. Marinos en tierra no son muy temibles. Lo que me preocupa es el tiro que nos van á largar de á bordo. ¡Rayos y truenos! nuestro flanco es tal que una beata podía pasarnos la bala por ojo, sin errarnos. Sr. de Trelawney, avísenos Vd. en cuanto vea encender el estopón, y nosotros remaremos á popa.

En el entretanto habíamos caminado de frente á un paso que era harto veloz para un esquife tan cargado como nuestro serení, y muy poca agua por cierto nos había entrado. Ya estábamos á pocas brazas de la orilla; unas cuantas remadas más y podríamos atracar al fin, porque el reflujo acababa de descubrir una cinta de arena, abajo de un grupo de árboles de los de la costa. El esquife que nos daba caza ya no podía, pues, hacernos daño alguno; el reflujo que tanto nos había detenido á nosotros, estaba dándonos la compensación deteniendo ahora á nuestros perseguidores. El único peligro estaba para nosotros en el cañón.

—Si me atreviese, dijo el Capitán, de buena gana haríamos alto para cazar á otro de esos bandidos.

Era claro, sin embargo, que ellos en todo pensaban menos en dilatar su tiro por más tiempo. Ni siquiera habían hecho el menor caso de su camarada caído, que, sin embargo, no estaba muerto sino simplemente herido y al cual yo miraba, tratando de arrastrarse á un lado.

—¡El estopón!, gritó el Caballero.

—¡Empuje á popa!, gritó el Capitán rápido como un eco.

Él y Redruth dieron en el acto un contraimpulso, pero tan vigoroso que la popa del serení se hundió toda dentro