Dicho esto gritó al pirata:
—¿Quién va? ¡Alto ahí, ó hacemos fuego!
—¡Bandera de paz!, respondió Silver.
El Capitán estaba colocado en el portalón, guardándose con el mayor cuidado contra algún disparo traicionero en caso de que tal fuera el intento de los piratas. Volvióse entonces á nosotros y nos dijo:
—Doctor, póngase Vd. de observación, situándose al costado Norte, si me hace Vd. el favor. Jim, tú al Este. Gray, tú al Poniente. El ojo alerta hacia abajo: todo el mundo á las armas cargadas. ¡Pronto, señores, y con cuidado!
Dicho esto se volvió de nuevo á los rebeldes gritándoles:
—¿Y qué vienen Vds. á buscar aquí con su bandera de parlamento?
Á esta interpelación fué el hombre que agitaba el lienzo el que respondió:
—Señor, el Capitán Silver desea pasar á bordo para hacer proposiciones.
—¿El Capitán Silver? ¡No sé quién es él, no lo conozco!, gritó el Capitán Smollet.
Y pude oirle que añadía para sí, en voz más baja:
—¿Capitán, eh? ¡Diantre! ¡vaya si hay ascensos en la carrera!
Silver respondió entonces de por sí:
—Se trata de mí, señor. Esos pobres muchachos me han elegido su Capitán después de la deserción de Vd.
Recalcó muy bien la palabra deserción y prosiguió sin detenerse:
—Estamos resueltos á someternos si nos es posible