Ir al contenido

Página:La Isla del Tesoro - Caballero 1901.djvu/235

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
222
LA ISLA DEL TESORO

dicen los marineros, iba hablando en voz alta, hollando los incontables borbollones, con un bamboleo incesante y desordenado. No bien hube visto á través de la porta, comprendí por qué razón aquel bamboleo extraño no había provocado alarma alguna en los vigilantes de la goleta. Una ojeada me bastó para explicármelo, y debo añadir que una ojeada fué todo lo que me atreví á aventurar, desde aquel inseguro apoyo. Lo que ví fué que Hands y su compañero estaban allí encerrados juntos, empeñados en un combate encarnizado, cada uno con la mano echada á la garganta de su adversario.

Me deslicé otra vez sobre el travesaño de mi esquife, y á fe que ya era tiempo, pues con un segundo más de dilación habría sido hombre al agua infaliblemente. No podía ver nada por el momento, á no ser aquellas dos horribles caras amoratadas por la furia, retorciéndose en gestos abominables bajo la humeante lámpara: tuve, pues, que cerrar los ojos para acostumbrarlos de nuevo á la oscuridad por algún rato.

Cuando esto pasaba, la balada aquella cantada en el campamento, que amenazaba durar eternamente, había concluído ya, y la bien sisada compañía de piratas, reunida en torno del fuego, prorrumpía á la sazón en aquel coro que tan conocido me era:

Son quince los que quieren el cofre de aquel muerto,
Son quince ¡yo—ho—hó! son quince ¡viva el rom!
El diablo y la bebida hicieron todo el resto,
El diablo ¡yo—ho—hó! el diablo ¡viva el rom!


'

Precisamente, pensaba yo, á aquella misma hora ¡qué ocupados andaban la bebida y el diablo en la cámara de La Española! En esto sorprendióme sobremanera sen-