Página:La Isla del Tesoro - Caballero 1901.djvu/286

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
271
EL CAMPO ENEMIGO

uno de los piratas. No sería para él poca fortuna el averiguar todo eso.

—Paréceme, amigo, dijo Silver al interruptor con un tono demasiado agrio, que harías mejor en tapar esa escotilla y guardar tus andanadas para cuando se te pidan y necesiten.

En seguida, volviéndose á mí, continuó con el mismo acento amable y gracioso de antes:

—Ayer por la mañana, amigo Hawkins, á la hora de la segunda guardia, vino por acá el Doctor Livesey trayendo en la mano una bandera de paz: “Capitán Silver, díjome, están Vds. vendidos: ¡el buque se ha marchado!” Aquello podía suceder muy bien; nosotros habíamos estado echando un trago y acompañándolo de una ronda de canto para hacerlo pasar bien. No dije que no. La verdad es que ninguno de nosotros había apuntado sus vidrios para allá. Salimos á ver... ¡ábrase el infierno!... aquello era verdad... ¡la goleta había desaparecido! Jamás he visto en mi vida un puñado de hombres más dementes que estos; puedes creer que sí... parecían frenéticos de remate. “Sea en hora buena, díjome el Doctor, creo que es ya el caso de capitular.” Y capitulamos, no hubo remedio, capitulamos él y yo, y aquí nos tienes instalados con reducto, cognac, provisiones y toda la leña que Vds. tuvieron la buena precaución de compilar; en una palabra, el bote entero y completo desde las crucetas hasta la sobrequilla. En cuanto á ellos, se han largado con viento fresco, pero lléveme el diablo si sé en donde han tirado el ancla.

Diciendo esto dió una nueva fumada á su pipa con la mayor calma, hecho lo cual prosiguió así: