Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/123

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
117

No muestras que en tu pecho no se anidan
Por mi seguridad planes siniestros.»
Se sonríe Calipso, y cariñosa,
Al tenderle la mano: «Siempre, dice,
Eres el mas sagaz y cauteloso
De todos los mortales. Aquí atesto
Cielos y tierras y el estigio lago
Que corre circundando el negro averno,
Y por el cual los Dioses juran solo,
Atesto y juro que mi leal pecho
Ningun fatal proyecto ha concebido
Ni en daño tuyo níngun plan funesta.
Siento y haré por tí lo que afanosa
Por mí propia sentir y hacer pudiera
Si en tu lugar me hallase; no es de hierro
Mi corazon divino; piedad tengo
Y es pura la íntencíon que el alma alberga.»
Parte luego y Ulises va tras ella.
Entran Diosa y Mortal en la gran cueva
Y toma Ulises el asiento mismo
Que ocupó el mensagero de los Dioses.
Calipso manda que á servirle vengan
Los alimentos que al mortal convienen,
Mientras el süave néctar y ambrosía
Las ninfas, oficiosas, la presentan.
Satisfechos los votos de Natura,
Ella le dice: « Hijo de Laertes,
Harto ingenioso Ulises, ¿será cierto
Que aquesa patria tuya tanto anheles?
¡Ah, si saber pudieses cuántas penas
El Hado te prepara antes que puedas
Esas playas pisar tan deseadas,
Sin vacilar conmigo te quedaras!
Feliz en este asilo, inmortal fueras
Sin que la vejez nunca te agobíara.
Por mas que te arrebate el ansia ardiente
De recobrar esa feliz consorte,