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Estrepitosa escena presentaba:
« ¡Oh vosotros, altivos contensores,
A punto tal Telémaco les dice,
Que de mi madre ansiais la regia mano,
Sin demora volved á vuestras sillas,
Sin torpes alaridos ni clamores,
Y oigamos en silencio esos divinos
Cantos, que dignos fueran del Olimpo.
A la vuelta del sol, en la gran plaza,
De este palacio os vedaré el ingreso.
Buscad festines ya baje otro techo;
Vuestras mutuas riquezas devoraos;
0 si juzgais de vuestro ardor mas digno
Mi herencia consumir, tomadla al punto;
Que yo en tanto a los Dioses inmortales,
A Jove pediré que os galardone
Con una suerte igual, ó que en venganza;
La muerte halleis en este mismo alcázar
Que tanto deshonró vuestra torpeza. »
Dice y el labio airado mueven todos
Asombrados de un tono tan altivo
Y de un discurso á tal estremo osado.
Antinó luego, que de Eupito es hijo:
« Telémaco, le dice, ¡bien los Dioses
Altanero lenguage te enseñaron,
Y en tremendo orador te convirtieron!
¡Oh Júpiter jamás llamarte pueda
En Ítaca al dosel de tus abuelos! »
— « Por mas que se exasperen tua enojos,
Diré Antinó mi idea sin rebozo,
Telémaco contesta; si lo impone
Jove divino, ocupará este trono.
¿Piensas que es desventura una corona?
El mortal que llegar al solio puede
Ve su hogar opulento y respetado;
Mas en Ítaca hay otros ciudadanos
Que pueden ser llevados á tal cumbre.