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LIBRO DEL CANTAR DE CANTARES.
CAPÍTULO VIII.
Ultimas protestas de amor entre los Esposos.
§. 1. Amor de la Iglesia á Jesu-Christo. Correspondencia del Señor, y favores que le dispensa. Proporción que guarda entre el pecado y la reparación de él; y cómo exige que se le corresponda con amor, y cuan poderoso es este y excelente.

1 Esposa. ¡Oh quién me diera, hermano mió, que tú fueses como un niño que está mamando á los pechos de mi madre, para poder besarte, aunque te halle fuera ó en la calle, con lo que nadie me desdeñaría [1]!

2 Yo te tomaria, y te llevaria á la casa de mi madre: allí me enseñarías y harias ver tus gracias, y yo te daria á beber del vino compuesto, y del licor nuevo de mis granadas [2].

3 Mas he aquí á mi esposo, que pondrá su izquierda bajo mi cabeza, y con la derecha me abrazará [3].


  1. Alude á las caricias que suelen hacer las hermanas á un hermanito suyo cuando es todavía chiquito, si le encuentran alguna vez fuera de casa; pues luego le toman en brazos, le dan mil besos, y le preguntan: ¿de dónde vienes? ¿qué te han dado? El niño responde alguna palabra con sus balbucientes labios, y después la hermana le da algún dulce, etc. Esto hacen las mugeres con los niños en medio de las calles y paseos con mucha eficacia, sin que nadie lo extrañe: y los niños parlan cuanto han visto y oido, y lo dicen bien ó mal, y con gran placer de sus madres ó amas que los crian.
  2. O vino confeccionado con varios aromas.
  3. En estos términos figurados y poéticos se alude á las