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CAPÍTULO XIII.

9 Dicele Simon Pedro: Señor, no solamente mis pies, sino las manos tambien, y la cabeza [1].

10 Jesus le dice: El que acaba de lavarse, no necesita lavarse mas que los pies, estando como está limpio todo lo demas. Y en cuanto á vosotros, limpios estais, bien que no todos.

11 Que como sabia quién era el que le habia de hacer traicion, por eso dijo: No todos estais limpios.

12 Despues en fin que les hubo lavado los pies, y tomó otra vez su vestido, puesto de nuevo á la mesa, dijoles: ¿Comprendeis lo que acabo de hacer con vosotros?

13 Vosotros me llamais maestro y señor; y decís bien, porque lo soy.

14 Pues si yo, que soy el maestro y el señor, os he lavado los pies, debeis tambien vosotros lavaros los pies uno al otro.

15 Porque ejemplo os he dado, para que, pensando lo que yo he hecho con vosotros, así lo hagais vosotros tambien.

16 En verdad, en verdad os digo, que no es el siervo mas que su amo; ni tampoco el enviado, ó embajador, mayor que aquel que le envió [2].


  1. Hay acciones de respeto que nacen de nuestra ignorancia. Luego que Pedro conoce la voluntad del Señor, se somete á ella. ¡Cuántos hay que quieren ser humildes segun su capricho! ¡Y cuántas apariencias de humildad que encubren una soberbia refinada!
  2. Lavados pues los apóstoles por Jesu Christo hasta de las mas ligeras faltas, dióles el mismo Señor á comer su cuerpo y sangre, instituyendo entonces la Euchâristia, como refieren los otros evangelistas. Véase Lavar las pies.