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EPIST. PRIMERA DE SAN JUAN..

8 Y tres son, los que dan testimonio en la tierra [1]: el Espíritu [2], y el agua, y la sangre [3]; y estos tres testigos son para confirmar una misma cosa [4].

9 Si admitimos el testimonio de los hombres, de mayor autoridad es el testimonio de Dios: ahora bien, Dios mismo, cuyo testimonio es el mayor, es el que ha dado de su Hijo este gran testimonio.

10 El que cree pues en el Hijo de Dios, tiene el testimonio de Dios consigo ó á su favor. El que no cree al Hijo, le trata de mentiroso, porque no ha creido al testimonio que Dios ha dado de su Hijo.

11 Y este testimonio nos enseña, que Dios nos dió vida eterna: la cual vida está en su Hijo Jesu-Christo00 [5].

12 Quien tiene al Hijo, tiene la vida: quien no tiene al Hijo, no tiene la vida.

13 Estas cosas os escribo, para que vosotros, que


  1. De su verdadera humanidad.
  2. Que entregó al morir.
  3. Que derramó por su costado. San Agustin y algunos otros Padres entienden que el Espíritu indica al Padre; pues ya dijo Jesu-Christo: Dios es Espíritu (Joann. IV. v.24): el agua significa al Espíritu santo, llamado agua viva (Joann. VIII.); y finalmente, la sangre denota al Hijo, que tomó carne y sangre para redimir al mundo. San Leon dice que estos tres testigos son el espíritu de santificacion, la sangre de la redencion, y el agua del bautismo. Ep. X.
  4. Como en una fuente inexhausta de vida.
  5. Y la poseeis ya en algun modo, por la firme esperanza que teneis en Jesu-Christo.