siete sellos, y oí al primero de los cuatro animales, que decia, con voz como de trueno: Ven, y verás.
2 Yo miré; y hé ahí un caballo blanco, y el que le montaba, tenia un arco, y diósele una corona, y salió victorioso para continuar las victorias.
3 Y como hubiese abierto el segundo sello, oí al segundo animal, que decia: Ven, y verás.
4 Y salió otro caballo bermejo; y al que le montaba, se le concedió el poder de desterrar la paz de la tierra, y de hacer que los hombres se matasen unos á otros, y así se le dio una grande espada[1].
5 Abierto que hubo el sello tercero, oí al tercer animal, que decia: Ven, y verás. Y ví un caballo negro, y el que le montaba, tenia una balanza en su mano.
6 Y oí cierta voz en medio de los cuatro animales, que decia: Dos libras de trigo valdrán un denario, y seis libras de cebada á denario tambien [2]; mas al vino y al aceite no hagas daño.
7 Despues que abrió el sello cuarto, oí una voz del cuarto animal, que decia: Ven, y verás.
8 Y hé ahi un caballo pálido y macilento, cuyo gi-
- ↑ Parece que se designan aqui las terribles persecuciones que padeció la Iglesia desde que nació. La espada es el símbolo de la mortandad, y lo mismo el color rojo del caballo.
- ↑ Esto es, poco mas de un real de plata, que es todo lo que gana un jornalero; de suerte que no podrá alimentar á su familia Amos VII. I. v.11. Véase Denario.