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San Agustín

adoradores les sucediesen las calamidades que he de referir, antes que les ofendiese el nombre de Cristo y prohibiese sus sacrificios?



CAPÍTULO IV

Que los que adoraban á los dioses jamás recibieron de ellos precepto alguno de virtud, y que en aus fiestas y ceremonias celebraron muchas torpezas y deshonestidades.


Y en cuanto á lo primero, por lo que respecta á las costumbres, ¿por qué causa no procuraron sus dioses que no las tuviesen tan abominables? El Dios verdadero no hizo caso de aquellos que no le adoraban; pero los dioses, cuya veneración se quejan estos hombres ingratos que se les prohibe, ¿por qué no auxiliaron con saludables leyes á sus adoradores, para que pudiesen vivir bien y santamente? Ciertamente era justo que así como éstos cuidaban de sus sacrificios, así atendieran aquéllos á su vida, conservación y buena conducta; pero á esta objeción responden que cada uno es malo por su propia voluntad. ¿Y quién lo negará? Con todo eso, era cargo indispensable de los dioses á quienes consultaban no ocultar al pueblo que les rendía adoración los preceptos y mandamientos necesarios para vivir ajustadamente, antes sí manifestárselos con toda claridad, hablarles por medio de sus Profetas ó Ariolos, reprenderles aus pecados, amenazar con los castigos más severos á los que, siendo infractores de su ley, viviesen mal, y prometer premios correspondientes á los que observasen exactamente su ley y viviesen bien. ¿Cuándo se oyó en los templos de estos falsos númenes clamar contra los vicios y engrandecer las virtudes? Ibamos nosotros, siendo jóvenes, á los espectáculos y jue-