conocimiento propio y exacto, y para qué fin nacistéis en esta vida, que es sin duda para seguir la virtud: aprended un modo de vivir que sea honesto, sin ofensa del prójimo, y dando á cada uno lo que es suyo; comprended cuán breve y fragil es la vida con las causas de la humana inconstancia: entended cuál es lo más substancial de las riquezas, qué es lo que se debe desear y pedir á Dios, el provecho y utilidad del dinero con su verdadero uso; y para no ser pródigos ni escasos, aprended lo que se debe dar y emplear en los enemigos y deudos, en los padres y en la patria, y considerad la vocación y estado que Dios os dió, para que viváis contentos con vuestra suerte.» Dígannos: ¿en qué lugares ó templos se acostumbran dictar semejantes preceptos y documentos que enseñasen los dioses, y á donde acudiesen á oirlos las naciones que los adoraban, como nosotros podemos manifestar las iglesias fundadas con este laudable objeto en todas las partes que ha sido admitida la religión cristiana?
CAPÍTULO VII
Y si acaso alegaren en contraposición de lo que llevamos expuesto las famosas escuelas y disputas de los filósofos, digo, lo primero, que estos insignes liceos no tuvieron su origen en Roma, sino en Grecia, y si ya pueden llamarse en la actualidad romanos, porque lá Grecia ha venido á ser provincia romana y estar sujeta á su imperio, no son preceptos y documentos de los