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San Agustín

cía, sino que los mismos dioses establecieron que les celebrasen solemnemente estos juegos y los consagrasen en honor suyo, mandándoselo rigurosamente; y, si así puede decirse, obligándolos por fuerza á practicarlo; todo lo cual toqué breve y concisamente en el libro I: así es que, por autoridad de los pontífices, y con motivo de acrecentarse el cruel azote de la peste, se instituyeron los juegos escénicos en Roma, para de este modo aplacar la ira de los dioses. ¿Quién habrá, pues, que en el orden y método de su vida no juzgue que debe seguir mejor lo que se hace en los juegos escénicos, instituídos por autoridad divina, que lo que se halla escrito en las leyes promulgadas por consulta humana? Si los poetas falsamente delinearon y pintaron á Júpiter como adúltero, sin duda que estos dioses, si fuesen cautos, se debían enojar y tomar completa satisfacción de la injuria, pues por medio de estos humanos juegos se les motejaba de una maldad tan execrable, aunque no por eso dejaban de celebrarla. Y aun esto es lo más tolerable que se halla en los juegos escénicos, digo las comedias y las tragedias, es á saber, las fábulas de los poetas compuestas para representarlas en los espectáculos que contienen en realidad muchas acciones torpes, aunque á lo menos en las palabras no se hallan obscenidades y deshonestidades, y éstas procuran los ancianos que las lean y aprendan los jóvenes entre los estudios que llaman honestos y liberales.