Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/111

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
93
La ciudad de Dios

CAPÍTULO IX

Sobre lo que sintieron los antiguos romanos acerca de reprimir la licencia de los poetas, la cual los griegos, siguiendo el parecer de los dioses, quisieron que fuese libre.


Y lo que acerca de estas funciones sintieron los antiguos romanos nos lo dice Cicerón en su libro IV de República, donde, controvertiendo Scipión varias materias, dice: «Jamás las comedias, si no lo exigiera así el actual método de vivir, pudieran conseguir que se admitiesen con aplauso en el teatro sus torpezas». Algunos griegos antiguos observaron cierta analogía en su errada opinión, entre quienes permitía la ley que en la comedia dijesen lo que quisiesen, y de quien les pareeiese. Por esta razón en los mismos libros dice Scipión el Africano: «¿Quién ha habido en la comedia que no haya sido zaherido, ó, por mejor decir, quién ha escapado de su crítica, ó quien se ha visto perdonado de sus referencias? Y bien que haya ofendido solamente á Cleón, Cleofonte, é Hipérbolo, hombres plebeyos de mala vida y sediciosos contra la República. Pasemos, dice, por esto, aunque á semejantes personas fuera mejor que las notara ó reprendiera el censor, que no el poeta. Pero que á Pericles, después de haber gobernado con suma autoridad y prudencia su República por tantos años, ya habiendo paz, ya guerras continuadas, le ultrajen con sus versos y los reciten en el teatro, es tan impropio como si nuestro Plauto ó Nevio quisieran decir mal de Publio, y Neyo Scipión, ó Cecilio de Marco Catón». Poco más adelante dice: «Al contrario, nuestras Doce Tablas, sin embargo de que á pocos crímenes impusieron la pena capital, les pareció conveniente establecer esta pena, siempre que alguno repre-