Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/126

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
108
San Agustín

mitiéndole vivir en la ciudad, cuya acción fea efectuó con auxilio ó permisión del pueblo, de quien el mismo Colatino había recibido el consulado, así como Bruto.

De esta justicia y bondad dimanó que Marco Camilo, varón singular de aquel tiempo, que al cabo de diez años de guerra, en que el ejército romano tantas veces había tenido tan funestos sucesos que estuvo en términos de ser combatida la misma Roma, venció con extraordinaria felicidad á los veyentes, acérrimos enemigos del pueblo romano, ganándoles su capital; pero siendo residenciado Camilo en el Senado sobre su conducta en la guerra, cuya providencia extraña motivó el odio implacable de sus antagonistas y la insolencia de los tribunos del pueblo, experimentó tan ingrata á la ciudad que le debía su libertad, que, estando seguro de su condenación, se salió de ella, desterrándose voluntariamente; y no obstante de estar ausente multaron en 10.000 dineros á aquel héroe, que nuevamente había de volver á librar á su patria de las incursiones y armas de los galos. Estoy ya fastidiado de referir relaciones tan abominables é injustas con que fué afligida Roma, cuando los poderosos procuraban subyugar al pueblo y éste rehusaba no sujetarse; procediendo las cabezas de ambos partidos más con pasión y deseo de vencer, que con pensamiento de atender á lo que era razón y justicia.



CAPÍTULO XVIII

Lo que escribe Salustio de las costumbres de los romanos, asi de las que estaban reprimidas con el miedo, como de las que estaban sueltas y libres con la seguridad.


Seguiré, pues, en este punto con el método posible, y antes me aprovecharé del incontestable testimonio