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San Agustín

mésticas en el principio, cuando apenas había cesado la autoridad de los reyes, viviendo los hombres con equidad y modestia mientras que duró el miedo de Tarquino y la peligrosa guerra con los etruscos. ¿Veis como también el haber vivido un espacio de tiempo tan corto, después de desterrados los reyes, con alguna equidad y honestidad—añade—, fué la causa el miedo; pues se temía la guerra que el rey Tarquino, despojado del reino, excitaba, y hacía contra los romanos, asociado de los etruscos? Advierte, pues, ahora lo que añade adelante. Después, dice, comenzaron los padres á tratar al pueblo como á esclavo, disponiendo de su vida y de sua espaldas, al modo que acostumbran los reyes, defraudándolos del repartimiento de los campos, quedándose ellos solos con el gobierno y autoridad, sin conferir con los demás parte alguna. Oprimido el pueblo con un gobierno tan tiránico, y principalmente con el gravamen de las deudas y usuras, sufriendo igualmente con la continuación de las guerras el tributo y la milicia, se amotinó y acudió armado al monte Sacro y al Aventino, donde eligió para su gobierno tribunos de la plebe y estableció varias leyes; no teniendo otro fin más feliz las discordias de uno y otro bando que la segunda guerra Púnica. ¿Veis desde qué tiempo, esto es, poco después de ser desterrados los reyes, cómo se comportacon entre sí los romanos, de quienes dice que la justiria y bondad valía entre ellos, no más por las leyes que por su buen natural? Pues si vemos que fueron tales aquellos tiempos en que dicen fué virtuosa, inocente y hermosa la República romana, ¿qué nos parece podemos ya decir ó pensar de aquellos célebres romanos que les sucedieron, en cuya época, habiéndose transformado paultatinamente (para usar de los términos del mismo historiador), de hermosa y buena se hizo muy mala y disoluta? es á saber: después de la des-