república más disoluta y perversa, y que con este sufrimiento granjearán y conseguirán un elevado y distinguido lugar en aquella santa y augusta Corte de los Ángeles y República celestial, cuyas leyes y ordenanzas que la gobiernan es la misma voluntad de Dios.
CAPÍTULO XX
Aunque los que aprecian y adoran á los dioses, cuyos crímenes y maldades se liaonjean de imitar, de ningún modo procuran atender á la conservación de una república mala y disoluta, con tal que ésta exista ó que florezca en abundancia de bienes y gloriosas victorias;.
ó lo que es mayor felicidad, con tal que goce de una paz segura y estable. ¿Qué nos importa á nosotros? dirán. Antea, si lo que á cada uno interesa más es que cualesquiera aumente continuadamente sus riquezas, con las cuales haya para sostener los precisos y diarios gastos, y, del mismo modo, el que fuese más poderoso pueda sujetar igualmente á los más necesitados, ó que obedezcan á los ricos los más pobres, sólo por causa de conseguir la comida y aliviar au necesidad, y para que á la sombra de su amparo gocen del ocio y de la quietud, y se sirvan los ricos de los indigentes para sus ministerios respectivos, y para la ostentación de su pompa y fausto; que el pueblo aplauds, no á los que le persuaden lo que le importa, sino á los que le proporcionan gustos y deleites; que no se les mande coaa dura, ni se les prohiba cosa torpe; que los reyes no