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La ciudad de Dios

materias de estado y de república en un tiempo en que ya вe sospechaba y advertía que estaba vacilante y expuesta á ser destruída con los vicios y corrupción de costumbres, sobre lo que elegantemente habla Salustio. Suscitóse, pues, esta controversia en el tiempo en que ya uno de los gracos había muerto, en cuyo gobierno (como escribe Salustio) tuvieron principio graves discordias, y de cuya muerte se hace mención en los mismos libros; y habiendo dicho Scipión al fin del libro segundo, que así como se debe guardar en la cítara, en la flauta y en la canción una cierta consonancia de distintas y diferentes voces, la cual, si se muda ó discrepa, ofende y no la puede sufrir un oído delicado, y esta misma consonancia, aunque de diferentes voces, con contemplarlas y arreglarlas á una perfecta modulación, se hace concorde y suave al oído; así también una ciudad compuesta de diferentes órdenes y estados altos, medios y bajos, como voces bien templadas, con la conformidad y concordia de partes entre sí tan diferentes, vive concorde y tranquila; lo que llaman los músicos en el cántico armonía, esto era en la ciudad la concordia, que es un estrecho é importante vínculo para la conservacion de toda república, la cual de ningún modo podía existir sin la justicia; pero disputando después dilatada y copiosamente sobre lo que interesaba el que hubiese justicia en la ciudad, como de los graves daños que se seguían en todo estado que no se observaba, tomó la mano Pilo, uno de los que disputaban, y pidió se averiguase más circunstanciadamente esta opinión, tratándose con más extensión de la justicia; porque comúnmente se decía que era imposible regir y gobernar una república sin la injustícia, y por esto fué Scipión de dictamen convenía aclarar y ventilar esta duda, diciendo le parecía que era nada cuanto hasta entonces habían perorado acerca del gobierno