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La ciudad de Dios

debe esperarse después de la muerte, y si en estos bienes transitorios y temporales ni pueden dañar á los que aborrecen ni favorecer á los que aman, ¿para qué los adorar y para qué con tanto anhelo y religión los importunan? ¿Por qué en los tiempos adversos y calamitosos murmuran acremente, como si ofendidos se hubieran ido, y al mismo tiempo con impías increpaciones injurian la religión cristiana? Y si estas cosas tienen poder para hacer bien o mal, ¿por qué en ellas favorecieron á Mario siendo un hombre tan malo, y faltaron á Régulo siendo un varon tan bueno y justificado?

Y acaso con este procedimiento ¿no hacen ver claramente que son sumamente injustos y malos? Pero si por estos motivos creyeron que deben ser aun más temidos y reverenciados, tampoco á esto debe darse asenso, porque es constante que del mismo modo los adoro Régulo que Mario, y no por eso nos parezca se debe es coger la mala vida, porque se presume que los dioses favorecieron más á Mario que á Régulo, mediante & que Metelo, uno de los mejores y más famosos romanos, que tuvo cinco hijos dignos del consulado, fué también dichoso en las cosas temporales, y Catilina, uno de los más malos, fué desdichado, perseguido de la pobreza y murió vencido en la guerra que tan injustamente había promovido. Verdadera y cierta es solamente la felicidad que consiguen los buenos que adoran á Dios, es de quien solamente la pueden alcanzar, pues cuando se iba corrompiendo y perdiendo Roma con las malas costumbres, no tomaron providencia alguna sus dioses para corregirlas ó enmendarlas y para que no se aniquilase, antes sí cooperaron á su depravación, corrupción y última destrucción. Ni por eso se finjan buenos como en cierto modo, aparentando que, ofendidos de las culpas y crímenes de los ciudadanos se ausentaron, pues seguramente que estaban allí; con