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San Agustín

do las acciones grandes, las examine con más madurez y eficacia y con la misma seguridad las acabe con más felicidad: este dictamen de Varrón, referido como pude con mis palabras, ya veis cuán grande portillo abre á la falsedad, cuando entendamos que se pudieron ya inventar y fingir muchas ceremonias sagradas, y como religiosas, cuando pensemos que aprovechan é importan á los ciudadanos romanos las mentiras aun sobre los mismos dioses. Pero si pudo Venus del ayuntamiento de Anquises parir á Eness, ó Marte de la unión con la hija de Numitor engendrar á Rómulo, dejémoslo por ahora, porque casi otra semejante cuestión se origina igualmente de nuestras Escrituras, cuando se pregunta si los ángeles prevaricadores tuvieron ayuntamiento con las hijas de los hombres, del cual, naciendo unos gigantes, esto es, unos hombres de estatura elevada y fuertes, se llenó y pobló entonces la tierra.

SAN AGUSTIN



CAPÍTULO V

Que no se prueba que los dioses castigaron el adulterio de Paris, pues en la madre de Rómulo le dejaron sin castigo.


Pero en el interin nuestro discurso abrazará lo uno y lo otro; porque si es cierto lo que entre ellos se lee de la madre de Eneas y del padre de Rómulo, ¿cómo pueden los dioses enfadarse de los adulterios de los hombres, sufriéndolos ellos entre sí con tanta conformidad?

Y si es falso, tampoco pueden enojarse de los verdaderos adulterios humanos los que se deleitan aun de los suyos fingidos, y más que si el crimen de Marte no se cree, tampoco puede darse asenso al de Venus. Así que, so color de ningún ayuntamiento divino se puede de-