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La ciudad de Dios

fender la causa de la madre de Rómulo, en atención á que Silvia fué sacerdotisa vestal, y por eso debieran los dioses vengar antes este crimen sacrilego contra los romanos, que el adulterio de Paris contra los troyanos.

Era, pues, un delito tan execrable entre los antiguos romanos éste, que enterraban vivas á las sacerdotisas vestales convencidas de estupro; y á las mujeres adúlras, aunque las penaban lo bastante, con todo, no era con ningún género de muerte cruel, pues acostunbraban á castigar con más rigor á los que pecaban contra los sagrarios divinos, que no á los que manchaban los lechos humanos.



CAPÍTULO VI

Del parricidio de Rómulo, el cual vengaron los dioses.


Y añado otra circunstancia, y es que, ai tanto se irritaron los dioses de los pecados de los hombres, que, ofendidos del rapto de Paris asolaron á Troya á sangre y fuego, pudiera moverles más contra los romanos la muerte impía del hermano de Rómulo, que contra los troyanos la burla hecha al esposo griego: sin duda más debía irritarles el parricidio cometido en una ciudad recién fundada, que el adulterio de la que ya reinaba, cuya investigación nada importa para el asunto que ahora tratamos; esto es, si el asesinato le mandó hacer Rómulo, ó si le ejecutó él mismo, lo cual muchos niegan sin reflexión, otros dudan de pudor, y algunos de pena disimulan. Y para que no nos detengamos en averiguar con demasiada diligencia esta circunstancia, atendiendo á los testimonios de tantos escritores concordados en un mismo sentir, consta claramente que