Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/171

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
153
La ciudad de Dios

bajo de cuyo amparo está siempre Troya!» Sino porque no se dijese para au defensa que se habían ido todos los dioses, desamparando sus sagrarios y aras (1), en atención á que se les permitió pudiesen conservar aquel ídolo, no para que por este hecho se probase que eran poderosos, sino para que se convenciese que estaban presentes.



CAPÍTULO VIII

Si fuera razón encomendarse Roma á los dioses de Troya.


¡Qué prudente deliberación fué encomendar la custodia y conservación de Roma á los dioses troyanos, después de haber visto por experiencia lo que pasó en Troya! Dirá alguno que ya estaban acostumbrados á vivir en Roma cuando Fimbria asoló el Ilión; pero ¿dónde estaba el simulacro de Minerva? Y si estaba en Roma cuando Fimbria destruyó el Ilión, ¿acaso cuando los galos tomaron y abrasaron á Roma estaba en Ilión?

Pero como tienen perspicaz el oído y veloz el movimiento, al graznido de los gansos volvieron incontinenti para defender siquiera la roca del Capitolio, que solamente había quedado; mas para poder venir á defenderel resto de la ciudad, llegó el aviso tarde.



CAPÍTULO IX

Si la paz que hubo en tiempo de Numa se debe creer que fué por mano de los dioses.


Créese también que éstos ayudaron á Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, para que gozase la paz que dis(2) Virgilio, Eneida, 1.

Excessere omnes, aditis arisque relictis Dii.