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San Agustín

mente se excusan con justa causa los romanos de tantas guerras como emprendieron é hicieron, con decir estaban obligados á resistir á los enemigos que imprudentemente les perseguían, y que no era la codicia de alcanzar gloria y alabanza humana, sino la necesidad de defender su vida y libertad la que les incitaba á tomar las armas. Sea así en hora buena; porque después que su república, como escribe el mismo Salustio, se engrandeció con las leyes, costumbres y posesiones, y parecía que estaba harto próspera y poderosa, como sucede las más veces en las cosas humanas, de la opulencia y riqueza nació la envidia y emulación: así que los reyes pueblos comarcanos los comenzaron á tentar con la guerra, y pocos de sus amigos acudieron en su favor, mediante á que los demás, aterrados con el miedo, huyeron el cuerpo de los peligros; pero los romanos, diligentes en la paz y en la guerra, comenzaron á darse priesa, disponíanse con denuedo, animábanse los unos á los otros, salían al encuentro á sus enemigos, defendían con las armas su libertad, padres y patria: mas después, habiendo libertádose con su valor de los peligros inminentes que les circundaban, se aplicaron á socorrer á sus amigos, aliados y confederados, empezando con esta política á granjear amistades más con hacer que con recibir beneficios. Con estos medios suaves se acrecentó honestamente Roma; pero reinando Numa, para que hubiese una paz tan estable y prolongada, pregunto: si les acometían los enemigos é incitaban con la guerra, ó si acaso no había recelos de ésta, para que así pudiese perseverar aquella paz, pues si entonces era provocada Roma con la guerra y no resistía á las armas con las armas, con la traza que se apaciguaban los enemigos sin ser vencidos en campal batalla y sin causarles temor con ningún impetu de guerra, con la misma traza podía Roma reinar siempre en paz, te.