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San Agustín

mar aquel ídolo, intercedieron los ancianos de Cuma, diciendo: que otro semejante milagro se había visto en la misma estatua en tiempo de la guerra de Antioco y en la de Jerjes, afirmando que en ellas les había sido próspera la fortuna á los romanos, pues por decreto del Senado le habían enviado sus dones á Apolo. En virtud de esta contestación congregaron entonces otros arúspices más prácticos, y examinado el caso con la debida circunspección, respondieron concordemente que las lágrimas de la estatua de Apolo eran favorables á los romanos, porque Cuma era colonia griega, y que llorando Apolo había significado llanto y desgracias á las tierras de donde le habían traído, esto es, á la misma Grecia: después, á breve tiempo vino la nueva fatal de haber sido vencido y preso el rey Aristónico, quien seguramente no quisiera Apolo que fuera vencido y de ello le pesaba, significándolo con las lágrimas de su piedra, por lo que no tan fuera de propósito nos pintan como veraz la condición de los demonios los poetas con sus versos, aunque fabulosos, verosímiles; porque en Virgilio leemos que Diana se duele y aflige por Camila y que Hércules llora por Palante, advirtiendo que le habían de matar: por esta causa quiza también Numa Pompilio, gozando de una suave y larga paz, pero ignorando por beneficio de quién le provenfa aquella felicidad, sin procurar indagarlo, estando ocioso imaginando á qué dioses encomendaría la salud de los romanos y la conservación de su reino, y opinando que el verdadero y poderoso Dios no cuidaba de las cosas terrenas, y acordándose al mismo tiempo que los dioses troyanos, que Eneas había traído, no habían podido conservar por mucho tiempo ni el reino de Troya ni el de Lavinio, que el mismo Eneas había fundado, le pareció sería bueno proveerse de otros para añadirlos á los primeros que con Rómulo habían pasado á Roma,