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La ciudad de Dios

ó á los que habían de pasar después de la destrucción de Alba, poniéndoselos, ó por guardas como á fugitivos, ó por ayuda y socorro como á poco poderosos.



CAPÍTULO XII

Cuántos dioses añadieron los romanos fuera de los que hizo Numa, cuya multitud no les ayudó ni sirvió de nada.


Con todo, no quiso contentarse con tributar culto á todos los dioses, como estableció en ella Numa Pompilio, sino que trató de aumentar otros infinitos. Aún entonces no se había fundado el suntuoso templo de Júpiter, pues el rey Tarquino fué el que fabricó el Capitolio, Esculapio de Epidauro vino á Roma para poder, como era un sabio médico, ejercer en aquella noble ciudad su arte con más gloria y fama; y la madre de los dioses fué conducida no sé de qué ciudad del Pesinunte, por parecer impropio que, presidiendo ya y reinando el hijo en el monte Capitolino, estuviese ella escondida en un lugar de tan poco nombre; la cual, si es cierto que es madre de todos los dioses, no sólo vino á Roma después de algunos de sus hijos, sino que también precedió a otros que habían de venir después de ella. Me causa extraordinaria admiración de que esta deidad pariese al Cinocéfalo que transcursados muchos años vino de Egipto, y si creó igualmente á la diosa Calentura, averigüélo Esculapio, su viznieto; con todo, cualquiera que fuese su madre, me parece que no se atreverán los dioses peregrinos ó forasteros á decir que es mal nacida y de baja condición una diosa que es ciudadana romana, estando bajo la protección de tantos dioses: ¿y quién habrá que pueda contar los natu-