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San Agustín

romanos, el agorero seguramente podía esperar el éxito, cualquiera de las dos cosas que sucediesen. ¿Y qué estrago y matanza padeció entonces uno y otro ejército!

No obstante, Pirro fué más venturoso en el combate, de modo que ya pudiera, interpretando en su favor á Apolo, publicarle y celebrarle por adivino, si luego en esta batalla no llevaran lo mejor los romanos. En medio de la tribulación y despecho que causaban las guerras, sobrevino igualmente una peligrosa peste en las mujeres, porque antes de que al tiempo natural pudiesen parir las criaturas, morían con ellas, estando aun embarazadas, en lo cual, á lo que entiendo, se excusaba Esculapio diciendo que él profesaba la facultad de proto—médico, y no la de partera; del mismo modo perecía el ganado, siendo ya tan terrible la mortandad, que llegaron á persuadirse las gentes que se había de extinguir la generación y prolificación de los animales. ¿Y qué diré de aquel invierno tan memorable en la historia, que fué sobremanera cruel y riguroso, durando en la plaza por espacio de cuarenta días la nieve tan elevada que ponía horror, helándose también el Tíber? Si esto sucediera en nuestros tiempos ¿qué de cosas, y cuán grandes nos dijeran éstos? Y asimismo ¿cuánto duró el rigor de aquella funesta pestilencia? ¿Cuán excesivo fué el número de los que mató? La cual, como empezase á continuarse aun más gravemente por otro año, teniendo en vano presente á Esculapio, acudieron á los libros Sibilinos, que son un género de oráculos, según reflere Ciceron en los libros de Divinatione, en que más se suele creer á los intérpretes que conjeturan como pueden, ó como quieren sobre las cosas dudosas, que al sentido literal del texto. Entonces, pues, dijeron que la causa del contagio era porque muchas personas particulares tenían ocupadas varias de las casas consagradas á los dioses; y así libraron en esta ocasión á Esculapio de la SAN AGUSTIN