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San Agustín

no habéis podido emprender acción alguna heroica. » Entonces, estando exhausto igualmente el erario público para pagar el sueldo del ejército, vinieron las haciendas de los particulares á servir al beneficio común en tanto grado, que, dando todos los ciudadanos cuanto poseían, el mismo Senado no se reservó alhaja alguna de oro, á excepción de varios anillos y joyeles, insignias miserables de su dignidad, y así toda la gente de los demás órdenes y tribus de menor representación y facultades más estrechas practicaron lo mismo. ¿Quién pudiera tolerar á éstos ai en nuestros tiempos vinieran á esta necesidad, apenas pudiéndolos sufrir ahora, cuando por un excusado é inútil deleite dan más á los có micos que entonces dieron á las legiones por el servicio de salvar la república de un peligro inminente é inevitable?



CAPÍTULO XX

De la destrucción de los saguntinos, á los cuales, mariendo por conservar la amistad de los romanos, no los socorrian los dioses de los romanos.


Pero entre todas las calamidades que sucedieron en la segunda guerra Púnica, ninguna hubo más lastimosa ni más digna de compasión y justa queja. Porque esta ciudad de España, por ser amiga y confederada del pueblo romano, y por observar constantemente su amistad, fue destruída, y de esta conquista (quebrantando la paz con los romanos), tomó ocasión Aníbal para irritarlos y obligarlos á la guerra. Cercó, pues, con máquinas y ardides & Sagunto, lo cual, sabido en Roma, enviaron sus embajadores á Aníbal para que levantase el sitio,