ciado asimismo los agüeros? ¿No tenían dioses domésticos y públicos á quienes pudieran consultar cuando partieron de sus tierras á aquella infeliz peregrinación?
Y, si esto es cierto, no tienen los incrédulos en este punto de qué quejarse de nuestros tiempos, pues hace tiempo que los romanos no asuntan de estas vanidades; mas si acaso los consultaron, dígannos: ¿de qué les aprovecharon estas futilezas, cuando por solas las leyes humanas, sin que nadie lo prohibiese, fueron lícitas semejantes cosas?
CAPÍTULO XXIII
rras civiles, ¿cuánta sangre romana hicieron derramar, cuántas tierras talaron, y asolaron en Italia? Y antes que se movies en contra Roma los afectos y aliados del Lacio, todos los animales que están ordinariamente sujetos al servicio del hombre, como son perros, caballos, jumentos, bueyes, y las demás bestias y ganados