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La ciudad de Dios

sirven con verdaderos sacrificios, con buena vida y costumbres, es útil é importante que los buenos reinen mucho tiempo con crecidos honores y apreciables dictados, cuya felicidad no es precisamente útil á ellos so los, sino á aquellos sobre quienes reinan; pues por lo respectivo á éstos, su religión y santidad (que son grandes dones de Dios) les basta para conseguir la verdadera felicidad, con la que pueden pasar dichosamente esta vida y después alcanzar la eterna. En la tierra se concede el reino á los buenos, no tanto por utilidad suya como de las cosas humanas; pero el reino que se da á los malos, antes es en daño de los que reinan, pues estragan y destruyen sua ánimos con la mayor libertad de pecar, aunque á los súbditos y á los que los sirven no les puede perjudicar sino su propio pecado: pues todos cuantos perjuicios causan los malos señores á los justos, no es pena del pecado, sino examen y prueba de la virtud; por tanto, el bueno, aunque sirva, es libre, y el malo, aunque reine, es esclavo, y no de solo un hombre, sino, lo que es más pesado, de tantos señores como vicios le dominan, de los cuales, tratando la Escritura, dice: «que por el mismo hecho de dejarse uno vencer ó rendir á otro, viene á ser su esclavo.»



CAPÍTULO IV

Cuán semejantes á los latrocinios son los reinos ain justicia.


Sin la virtud de la justicia que son los reinos sinounos execrables latrocinios? Y estos ¿qué son sino unos reducidos reinos? Estos son ciertamente una junta de hombres gobernada por su caudillo y príncipe, la que está unida entre sí con el pacto de la sociedad, distri-