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San Agustín

pieron las cadenas de su servidumbre y cautiverio, huyeron y se pusieron en salvo, juntaron un ejército numeroso y poderoso, y obedeciendo á los consejos y preceptos de sus caudillos ó reyes, causando terror á la formidable Roma, resistiendo con valor y denuedo á algunos generales romanos, tomaron y saquearon muchas poblaciones, gozaron de muchas victorias y de los deleites que quisieron: todo cuanto les excitaba y proponía su apetito, eso mismo hicieron, hasta que finalmente fueron vencidos (cuya gloria costó bastante sangre á los romanos), y vivieron reinando con poder y majestad. Pero descendamos á asuntos de mayor momento.



CAPÍTULO VI

De la codicia del rey Nino, que por extender su dominio fué el primero que movió guerra & sus vecinos.


Justino, siguiendo á Trogo Pompeyo, escribió, no sólo en latín, como él, sino también en griego, la peregrina historia de varias y extrañas naciones: comienza de este modo sus libros: «Al principio del mundo el imperío y dominio de las naciones le tuvieron los reyes, quienes eran elevados al alto grado de la majestad, no por ambición popula sino por buena opinión que los hombres tenían de su conducta y gobierno. Los pueblos se gobernaban sin leyes, sirviendo de tales los arbitrios y dictámenes de los reyes, los que estaban acostumbrados más á defender que á dilatar ambiciosamente los términos de su imperio. El reino que cada uno poseía se incluía dentro de los límites de su patria.

Nino, rey de los asirios, fué el primero que con nueva