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San Agustín

tos dioses y tantas diosas si no hizo caso de ésta? ¿Es por ventura porque entre tanta turba no la vió? El rey Hostilio tampoco hubiera introducido nuevamente por sus dioses para tenerlos propicios al Pavor y al Palor, si se conociera y adorara á esta diosa, porque en presencia de la felicidad, todo pavor y palor se ausentaran, no por haberlos aplacado, sino porque contra su voluntad se marcharan. Y asimismo ¿qué diremos fué el motivo de que, no obstante de haberse extendido por diferentes provincias la dominación romana, sin embargo, todavía ninguno adoraba á la felicidad? ¿Diremos acaso que por esto fué el imperio más grande y feliz? ¿Mas cómo podría haber verdadera felicidad donde no había verdadera piedad y religión? en atención á que la piedad es el verdadero culto del verdadero Dios, y no el culto de los dioses falsos, que son tan dioses como demonios; con todo, aun después de haber recibido ya en el canon de sus mentidas deidades á la felicidad, sobrevino poco después aquella terrible infelicidad causada de las guerras civiles. ¿Diremos acaso que el motivo de esta catástrofe dimanó de haberse enojado con justa causa la felicidad por haberla convidado tan tarde, y no por honrarla sino para afrentarla, con especialidad viendo que juntamente con ella tributaban rendidos cultos á Priapo y á Cloacina, al Pavor y al Palor, á la Fiebre y á los demás, no dioses que se debían adorar, sino vicios de los que adoraban: finalmente, si les pareció conveniente venerar á una tan célebre diosa en compa ñía de una turba tan infame, ¿por qué siquiera no la adoraban y reverenciaban con más solemnidad que á los otros? ¿Quién ha de sufrir que no colocasen á la felicidad ni aun entre los dioses Cosentes, que dicen asisten en el consejo de Júpiter, ni entre los dioses que llaman Sabetos, dedicándola algún templo que por la excelencia del lugar y la majestad del edificio fuera pre-