Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/292

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
274
San Agustín

CAPÍTULO III

Del argumento que Nigidio, matemático, tomó de la rueda del ollero en la cuestión de los gemelos.


Así que en vano se aleja en comprobación de esta doctrina aquella famosa invención de la rueda del FiguIo ú ollero, de la cual refieren se valió Nigidio para responder hallándose atajado en esta cuestión, por lo cual le vinieron á llamar Fígulo, pues habiendo impelido y sacudido con toda su fuerza la rueda, corriendo ésta la señaló con suma presteza, como si fuera en un determinado paraje de ella, con tinta dos veces; después, parando la rueda, hallaron los dos puntos que habia señalado en las extremidades de ella no poco distantes entre sí: del mismo modo, dice, siendo tan imperceptible la velocidad con que se mueve el cielo, aunque uno tras otro nazca con tanta presteza con cuanta yo herí dos veces la rueda, es mucho mayor la ligereza del cielo en su curso é influencia; de este principio, prosigue, dimanan todas las diferencias tan singulares que refieren hay en las costumbres y sucesos de los mellizos. Esta ficción es más frágil que las mismas ollas que se forjan con las vueltas de aquella rueda, porque si tanto importa en el cielo (lo que no puede comprenderse en las constelaciones) que al uno de los gemelos le venga la herencia y al otro no, ¿cómo se atreven á los que no son mellizos (examinando sus constelaciones) á pronosticarles sucesos que pertenecen á aquel secreto que nadie puede comprender, notándolos y atribuyéndolos á los puntos y momentos en que nacen las criaturas? Y si estos acaecimientos los pronostican en los nacimientosde los otros porque conciernen á espacios y tiempos más largos, aquellos puntos y momentos de partes tan