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San Agustín

nes, alabanzas y vituperios; porque también sabía que habían de ser útiles, y valen tanto cuanto sabía ya que habían de valer: las oraciones sirven para alcanzar las gracias que sabía ya había de conceder á loa que acudiesen á el con sus ruegos y deprecaciones: y por eso justamente están establecidos premios á las obras buenas, y castigos á los pecados. Ni tampoco peca el hombre porque sabía ya Dios que había de pecar, antes por lo mismo no se duda de que peca cuando peca, pues aquel cuya presciencia es infalible y no se puede engañar, sabía ya que no el hado, ni la fortuna, ni otra causa, sino él había de pecar, quien, si no quiere, sin duda no peca, pero si no quisiere pecar, también sabía ya Dios este su buen pensamiento.



CAPÍTULO XI

De la providencia universal de Dios, debajo de cuyas leyes está todo lo criado.


El sumo y verdadero Dios Padre, con sa unigénito Hijo y el Espíritu Santo, cuyas tres divinas personas son una esencia, un sólo Dios todopoderoso, Criador y Hacedor de todas las almas y de todos los cuerpos, por cuya participación son felices todos los que son verdaders y no vanamente dichosos: el que hizo al hombre animal racional, constando su admirable estructura de alma y cuerpo; el que en pecando el hombre no le dejó sin castigo, ni sin misericordia; el que á los buenos y á los malos les dió también ser con las piedras, vida seminal con las plantas, vida sensitiva con las bestias, vida intelectiva sólo con los ángeles; de quien procede todo género, toda especie y todo orden; de quien dima-