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La ciudad de Dios

sombra de algunas virtudes la gloria terrena, venciesen á los que con sus grandes vicios quitaron afrentosamente la vida y despreciaron al dador y dispensador de la verdadera gloria y ciudad eterna.



CAPÍTULO XIX

De la diferencia que hay entre el deseo de gloria y el deseo de señorio y del imperio.


Pero hay notable diferencia entre el deseo de la gloria humana y el deseo del dominio y señorío; pues aunque sea fácil que el que gusta con exceso de la gloria humana apetezca también con gran vehemencia el demonio con todos los que codician la verdadera gloria, aunque sea de las humanas alabanzas, procuran no disgustar á los que hacen recta estimación y discreción de las cosas; porque hay muchas circunstancias buenas en las costumbres, de las cuales muchos opinan bien y las estiman, no obstante que algunos no las posean, y procuran por ellas aspirar á la gloria, al imperio y al dominio, de quien dice Salustio que lo solicitan por el verdadero camino: pero cualquiera que sin deseo de la gloria con que teme el hombre disgustar á los que hacen justa estimación de las cosas, desea el imperio y dominio, aun públicamente por manifiestas abominaciones y maldader por lo general procura alcanzar lo que apetece: y así el que anhela la adquisición de la gloria, una de dos: ó la procura por el verdadero camino, ó á lo menos por vía de cautelas y engaños, queriendo parecer bueno no siéndolo. Por eso es gran virtud del que posee las virtudes menospreciar la gloria, porque el desprecio de ella está presente á los ojos de Dios, sin