Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/339

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
321
La ciudad de Dios

pes y señores sino por la disposición de la divina providencia, cuando a ella le parece que los defectos humanos merecen tales señores. Claramente lo dice Dios, hablando en los Proverbios su infinita sabiduría (1): «Por mí reinan los reyes, y los tiranos por mí son señores de la tierra»: más por cuanto por los tiranos no se dejarán de entender los reyes perversos y malos, y no según el antiguo modo de hablar, los poderosos, como dijo Virgilio (2): «gran parte y segura prenda de la paz y amistad que deseo será para mí el haber tocado la diestra de vuestro tirano», muy claramente se dice de Dios en otro lugar (3): «que hace reine un príncipe malo por los pecados del pueblo»; por lo cual, aunque según mi posibilidad he declarado bastantemente la causa por qué Dios verdadero uno y justo, ayudó á los romanos que fueron buenos según cierta forma de ciudad terrena, para que alcanzasen la gloria y extensión de tan grande imperio; sin embargo, pudo haber también otra causa más secreta, y debió ser los diversos méritos del género humano, los cuales conoce Dios mejor que nosotros; y sea lo que fuere, con tal que conste entre todos los que son verdaderamente piadosos que ninguno, sin la verdadera piedad, esto es, sin el verdadero culto del verdadero Dios puede tener verdadera virtud, y que ésta no es verdadera cuando sirve á la gloria humana: con todo, los ciudadanos que no lo son de la ciudad eterna, que en las divinas letras se llama la Ciudad de Dios, son más importantes y útiles á la ciudad terrena cuando tienen también esta virtud, que no cuando (1) Proverb., cap. VIII. Per me Reges regnant, et tiranni per me tenent terram.

(2) Virgilio, Eneida, cap. VII. Pars mihi pacis eria, dextram tetigisse tiranni.

(3) Job, cap. XXXIV. Qui regnare facit hominem hypocritam propter perversitatem populi.

Tоио I.

21