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San Agustín

como no pasaron en silencio las lágrimas de Marcelo, y el bando que mandó publicar en los reales á favor de la honestidad. Quinto Fabio Máximo, que destruyó la ciudad de Tarento, es celebrado porque no permitió se saqueasen ni maltratasen los simulacros de los dioses.

Esta orden procedió de que, consultándole su secretario qué disponía se hiciese de las imágenes y estatuas de los dioses, de las que muchas habían sido ya cogidas, aun en términos graciosos y burlescos, manifestó su continencia, pues deseando saber de qué calidad eran las estatuas, y respondiéndole que no sólo eran muchas en número y grandeza, sino también que estaban armadas, dijo con donaire: «Dejémosles á los tarentinos sus dioses airados.» Pero mediante á que los historiadores romanos no pudieron dejar de contar las lágrimas de Marcelo, ni el donaire de Fabio, ni la honesta clemencia de aquél y la donosa continencia de éste, ¿cómo lo omitieran si ambos hubiesen perdonado alguna persona por reverencia á alguno de sus dioses, mandando que no diese muerte ni cautivase á los que se refugiasen al templo?



CAPÍTULO VII

Que lo que hubo de rigor en la destrucción de Roma sucedió según el estilo de la guerra, y lo que de elemenoia provino de la potencia del nombre de Cristo.


Todo cuanto acaeció en este último saco de Roma, como fué, efusión de sangre, ruina de edificios, robos, incendios, lamentos y aflicción, procedía del estilo ordinario de la guerra; pero lo que se experimentó y de bió tenerse por un caso extraordinario, fué que la crueldad bárbara del vencedor se mostrase tan mansa y be-