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La ciudad de Dios

nigna, que eligiese y señalase unas iglesias sumamente capaces para que se acogiese y salvase en ellas el puablo, donde á nadie se quitase la vida ni fuese extraído, á donde los enemigos que fuesen piadosos pudiesen conducir á muchos para librarlos de la muerte, y de donde los que fuesen crueles no pudiesen sacar á ninguno para reducirle á esclavitud; estos son ciertamente efectos de la misericordia Divina. Pero si hay alguno tan procaz que no advierte que esta partícular gracia debe atribuirse al nombre de Cristo y á los tiempos cristianos, sin duda está ciego; el que lo examina ocularmente y no lo celebra es ingrato, y el que se opone á los que celebran con júbilo y gratitud este singular beneficio es un insensato. No permita Dios que ningún cuerdo quiera imputar esta maravilla á la fuerza de los bárbaros. El que puso terror en los ánimos fieros, el que los refrenó, el que milagrosamente los templó, fué Aquel mismo que mucho antes había dicho por su Profeta: «Tomaré enmienda de ellos castigando sus culpas y pecados, enviándoles el azote de las guerras, hambre y peste; pero no despediré de ellos mi misericordia ni alzaré la mano del cumplimiento de la palabra que les tengo dada (1).



CAPÍTULO VIII

De los bienes y males, que por la mayor parte son comunes á los buenos y los malos.


[ No obstante, dirá alguno ¿por qué se comunica esta misericordia del Altísimo á los impíos é ingratos? (2) y (1) Psalm. 98. Visitabo in virga iniquitates eorum et in flagellis, peccata eorum, misericordiam autem meam non dispergam ab eis.

(2) Siendo cierto, según consta del mismo texto y de la exТоMо I.

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