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La ciudad de Dios

de algunos que andaban á su lado, á castigar un grave crimen que cometieron los tesalónicos, á quienes ya por intercesión de algunos obispos había prometido el perdón, siendo corregido conforme al estilo de la disciplina eclesiástica, hizo tan severa penitencia que, rogando á Dios el pueblo por él, viendo postrada en tierra la majestad del emperador, más lágrimas derramó que temor pudiera manifestar, cuando aprehendiéndolos en el delito le vieran correr airado á la venganza?

Estas admirables acciones y otras buenas obras hizo que sería largo referirlas, llevando siempre consigo el desprendimiento del humo temporal de cualquiera gloria y lisonja humana, de cuyas buenas operaciones el premio es la eterna felicidad, la cual sólo la da Dios á los verdaderamente piadosos; pero todas las demás cualidades, ya sean las más celebradas fortunas ó los subsidios necesarios de esta vida, como son el mismo mundo, la luz, el aire, la tierra, el agua, los frutos, el alma del mismo hombre, el cuerpo, los sentidos el es píritu y la vida lo da Dios á los buenos y á los malos, en lo cual se incluye también cualquiera grandeza ó exaltación al trono, lo cual dispensa igualmente este gran Dios según lo piden los tiempos.



CAPÍTULO XXVII

Invectiva de San Agustín contra los envidiosos que escribieron contra los libros que él había ya dado á luz.


En esta conformidad advierto que únicamente me resta responder á aquellos que, confutados y convencidos con maniflestas razones y documentos, con que se demnestra evidentemente que para la obtención de es-