Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/363

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
345
La ciudad de Dios

CAPÍTULO II

Qué es lo que se debe orser que sintió Varrón de los dioses de los gentiles, cuyos linajes y sacrificios de que él dió noticia fueron tales, que hubiera usado con ellos de más reverencia si del todo los hubiera pasado en silencio.


¿Quién hizo inquisición de todas estas particularidades con más curiosidad que Marco Varrón? ¿Quién las descubrió más doctamente? ¿Quién las consideró con más atención? ¿Quién las distinguió con más exactitud y más cumplidamente? Este escritor, aunque no es en el estilo y lenguaje muy suave, con todo, inserta tanta doctrina y tan buenas sentencias, que en todo género de erudición y letras que nosotros llamamos humanas y ellos liberales, enseña tanto al estudioso y aficionado á saber cuánto Cicerón deleita al que se complace en la hermosura de la locución. Finalmente, el mismo Tulio habla de éste con tanta aprobación, que dice en los libros académicos que la disputa que allí controvierte la trató con Marco Varrón, sujeto, dice, entre todos sin controversia agudísimo y sin ninguna duda doctisimo; no le llama elocuentísimo ó fecundísimo, porque en realidad de verdad en la retórica y elocuencia con mucho no llega á igualarse con los muy elocuentes y facundos; sino entre todos sin disputa agudísimo. En aquellos libros, digo, en los académicos, donde pretende probar que todas las Cosas son idosas, le distinguió con el apreciable título de doctísimo. Verdaderamente que de esta prenda estaba tan cierto que quitó la duda que suele poner en todo, como si habiendo de tratar de este célebre escritor, conforme á la costumbre que tienen los académicos de dudar de todo, se hubiera olvidado de que era académico. Y en el libro I, celebrando las obras