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La ciudad de Dios

lente de todas; pero las otras dos teologías, la primera y la tercera, es á saber, la del teatro y la de la ciudad, las distinguió y separó: por cuanto advertimos que no porque una cosa sea propia de la ciudad puede consiguientemente pertenecer al mundo, aunque vemos que las ciudades están en el mundo; pues es posible acontezca que la ciudad instruída y fundada en opiniones falsas, adore y crea tales cosas cuya naturaleza no se halla en parte alguna del mundo ó fuera de su ámbito.

Y el teatro, ¿dónde está sino en la ciudad? ¿Y quién instituyó el teatro sino la ciudad? ¿Y por qué le instituyó sino por afición á los juegos escénicos? ¿Y dónde se hallan colocados los juegos escénicos sino entre las cosas divinas, de las cuales se escriben estos libros con tanto ingenio y agudeza?



CAPÍTULO VI

De la teologia mistica, esto es, fabulosa, y de la civil, contra Varron.


¡Oh, Marco Varrón! eres ciertamente el más ingenioso entre todos los hombres, y sin duda el más sabio; pero hombre en fin, y no Dios: y, por lo mismo, aunque no has sido elevado á la cumbre de la verdad y de la libertad por el espíritu de Dios para ver y publicar las maravillas divinas, bien echas de ver cuánta diferencia se debe hacer entre las cosas divinas y entre las fruslerías y mentiras humanas; pero temes ofender las erróneas opiniones y las pervertidas costumbres del pueblo, que las ha recibido entre las supersticiones públicas: asimismo notas que estas ficciones repugnan á la naturaleza de los dioses, aun de aquellos que la flaque-