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San Agustín

ridículas y abominables las que cantan los poetas y se representan en los juegos escénicos; pero los sacramentos que celebran, no los histriones, sino los sacerdotes, son limpios, puros y ajenos de toda esta impiedad é indecencia. Si esto fuese asi, jámas nadie fuera de parecer que se celebrasen en honra y reverencia de los dioses las torpezas que pasan en el teatro, nunca ordenaran los mismos dioses que públicamente se representaran; mas no se ruborizan de hacer semejantes abominaciones en obsequio de los dioses, en los teatros, porque lo mismo se practica en los templos: finalmente, el mismo autor referido, procurando distinguir la teología civil de la fabulosa, y formar una tercera teología en su género, más quiso que la entendiésemos compuesta de la una y de la otra, que distinta y separada de ambas..

Y así dice «que lo que escriben los poetas es menos de lo que debe seguir el pueblo, y lo que los filósofos es más de lo que conviene escudriñar al vulgo, asegurando asimismo que, no obstante de estar tan encontradas entre sí una y otra doctrina, sin embargo, están recibidas no pocas opiniones de tantos géneros en el gobierno civil; con lo cual lo que fuere común con los poetas lo escribiremos juntamente con lo civil, aunque entre éstos debemos más arrimarnos y comunicar con los filósofos que con los poetas». Luego no del todo habla.com los poetas, aunque en otro lugar dice que, por lo respectivo á las generaciones de los dioses, el pueblo se inclinó más á la autoridad de los poetas que á la de los físicos: por cuanto aquí designa lo que se debía hacer, y allí lo que se hacía: los físicos, añade, escribieron para la utilidad común, y los poetas para deleitar. Y así, según este sentir, lo que han escrito estos poetas y lo que no debe seguir el pueblo, son las culpas de los dioses, los cuales con todo deleitan, igualmente. así al pueblo como á los dioses: porque á fin de deleitar, es-