Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/377

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
359
La ciudad de Dios

criben (como dicen) los poetas, y no para aprovechar: y con todo, escriben lo que los dioses pueden apetecer y el pueblo se lo pueda representar.



CAPÍTULO VII

De la semejanza y conveniencia que hay entre la Teologia civil y fabulosa.


Así que á la teología civil se reduce la teología fabulosa, teátrica ó escénica llena de preceptos indignos y torpes, y toda esta que justamente parece se debe reprender o condenar es parte de la otra, que, según su dictamen, se debe reverenciar y adorar, y sin duda parte no incongrua (como lo piense demostrar); la cual no sólo no es distinta ni ajena en todas sus partes de todo lo que es cuerpo— y como tal se han adjudicado y arruinado fuera de propósito, sino que del todo es muy conforme con ella, y convenientemente como miembro de un mismo cuerpo se la han acomodado y juntado con ella. Y si no, digan, ¿qué cosa nos manifiestan aquellos simulacros, las formas, las edades, los sexos y hábitos de los dioses? ¿Por ventura tienen los poetas á Júpiter barbado y á Mercurio desbarbado, y no lo tienen los pontífices? Pregunto: ¿fueron los mimos solos los que atribuyeron enormes crímenes á Priapo, y no los sacerdotes? ¿O le presentan en los lugares sagrados á la pública adoración bajo otro aspecto, ó con distintos adornos cuando le sacan para que se rían de él en los teatros?

¿Acaso los comediantes representan á Saturno viejo y á Apolo barbiponiente, ó de una manera diferente como están sus estatuas en los templos? ¿Por qué, pregunto, Forculo, que preside á las puertas, y Lementino al um.