Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/378

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
360
San Agustín

bral, son dioses varones, y entre ellos Cardea, que custodia los juicios, es hembra? ¿Acaso no se hallan estas simplezas en los libros relativos á las cosas dívinas, las cuales, poetas graves las tuvieron por indignas de incluirlas en sus obras? ¿Por qué causa Diana, la del teatro, trae armas, y la de la ciudad no es más que una simple virgen ó doncella? ¿Por qué motivo Apolo, el de la escena, ea citarista, y el de Delfos no ejercita tal arte? Pero todos estos despropósitos son tolerables respecto de otros más torpes. ¿Qué sintieron del mismo Júpiter los que colocaron á la ama que le crió en el Capitolio? ¿Por ventura por este hecho no confirmaron la opinión de Evemero, quien, no con fabulosa locuacidad, sino con exactitud histórica, escribió que todos estos dioses fueron hombres inmortales? Igualmente los que pusieron á los Epúlones por dioses parásitos, convidados á la mesa de Júpiter, ¿qué otra cosa quisieron que fuesen sino unos sacramentos de farsa? Porque si en el teatro dijera el bobo ó el gracioso que en el convite de Júpiter hubo también sus parásitos y truhanes, sin duda que parecería que había intentado con este donaire hacer reir á la gente; pero lo dijo Varrón, y no en ocasión que escarnecía de los dioses, sino cuando los recomendaba y celebraba. Testigos fidedignos de que lo escribió así son los libros, no los pertenecientes á las cosas humanas, sino los que tratan de las divinas, y no en parte donde explicaba los juegos escénicos, sino donde enseñaba al mundo los sacramentos del Capitolio; finalmente, de estas ficciones se deja vilmente vencer, confesando que así como supieron de los dioses que tuvieron forma humana, así también creyeron que gustaban de los humanos deleites, y no faltaron tampoco, mediante su concurrencia, los espíritus malignos para ratificar con su autoridad estas perniciosas opiniones, trastornando con embelecos los juicios humanos; de