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La ciudad de Dios

semejantes hombres, que no pueden negarnos los tienen entre sus cosas sagradas, y aunque no sabemos lo que hacen, sin embargo, nos consta por qué ministros lo hacen. Bien sabemos lo que se hace en la escena, lo cual jamás se practicara ni en un burdel de rameras donde no eutro ningún castrado ni afeminado, y con todo, lo hacen también personas torpes é infames, porque no era razón lo hicieran personas honestas. ¿Qué sacramentos son, pues, estos para cuyo ministerio y servicio escogió la santidad personas á quienes no ad mite entre si ni aun la obscenidad y torpeza del teatro?

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CAPÍTULO VIII

De las interpretaciones de las razones naturales que procuran indicar los doctores paganos en favor de sus dioses.


Sin embargo, dicen que todo esto tiene ciertas interpretaciones fisiológicas, esto es, razones naturales, como si nosotros en la presente controversia buscásemos á la fisiología y no á la teología; es decir, no la razón de la naturaleza, sino la de Dios, porque aunque el verdadero Dios es Dios, no por opinión, sino por naturaleza, con todo, no toda naturaleza es Dios, pues, en efecto, la del hombre, la de la bestia, la del árbol, la de la piedra, es naturaleza, y nada de esto es Dios; y si cuando tratamos de los sacramentos de la madre de los dioses, lo principal de esta interpretación consiste en que la madre de los dioses es la tierra, ¿para que pasamos adelante en la imaginación? ¿Para qué escudriñamos lo de' más? ¿Qué argumento hay que concluya con más evidencia en favor de los que sostienen que todos estos dioses fueron hombres? Y en esta conformidad son te-