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San Agustín

mente he demostrado cómo la teologia urbana y teátrica pertenece á una misma civil: y, así, participando ambas de unas mismas torpezas absurdas, impropiedades y falsedades, no hay motivo para que personas religiosas y piadosas imaginen esperar de la una ó de la otrala vida eterna: finalmente, hasta el mismo Varrón refiere y numera los dioses, comenzando desde la concepción del hombre, y principiando por Jano, este órden le continuúa y llega con él hasta la muerte del hombre decrépito, y concluye con los dioses, que pertenecen al mismo hombre, hasta llegar á la diosa Nenia, que se canta en los entierros de los ancianos: después sigue declarando otros dioses que pertenecen, no al mismo hombre, sino á las cosas que son privativas del hombre, como es el sustento, el vestido y todo lo demás que es necesario para la vida humana, manifestando en todos estos ramos cuál es el oficio de cada uno, y por qué se debe acudir y suplicar á cada uno de ellos; pero con toda esta su exactitud y curiosidad, no se hallará que demostró ó nombró un solo Dios á quien se deba pedir la vida eterna, por cuya consecución solamente somos en la realidad cristianos. En vista de esto, ¿quien será tan estúpido que no advierta que este hombre, declarando con tanta prolijidad la teología civil, manifestando que es tan semejante á la fabulosa, impía, detestable é ignominiosa, é indicando con sobrada evidencia que la fabulosa es parte de ésta, no hace sino disponer y aprestar lugar en los corazones de los hombres á la natural, la cual, dice, pertenece á los filósofos, lo que desempeña con tanta sutileza que reprende y condena abiertamente la fabulosa; y aunque no se atreve á motejar la civil, no obstante, al tiempo de declararla y examinarla muestra cómo es reprensible; y así, reprobada la una y la otra á juicio de los que lo entienden bien, quede sola la natural, para que usemos de ella: de lo