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La ciudad de Dios

cual, con el auxilio del verdadero Dios, en su favor trataremos con más extensión?



CAPÍTULO X

De la libertad con que Séneca reprendió la teologia civil, con más vigor que Varrón la fabuloga.


2 Pero la libertad que faltó á Varrón para reprender á cara descubierta y con desahogo, como á la otra, esta teología urbana tan parecida á la teátrica, no faltó, aunque no del todo, pero sí en alguna parte, á Anneo Séneca, que por varios indícios sabemos fioreció en tiempo de nuestros santos apóstoles, porque la tuvo en la pluma aunque le faltó en la vida; y asi en el libro que escribió contra las superaticiones, más abundantemente y con mayor vehemencia reprende esta teologia civil y urbana, que Varrón la teátrica y fabulosa; pues tratando de los simulacros: «dedican, dice, á los dioses sagrados, inmortales é inviolables en materia vilísima é inmovil, vistiéndolos de formas propias de hombres, fieras y peces, y á algunos los hacen de ambos sexos y de diferentes cuerpos, llamándolos dioses, los cuales, si tomaran espíritu y vida y de improviso los encontraran, los tuvieran por monstruos». Después, un poco más abajo, habiendo referido los dictámenes de algunos filósofos, y celebrando la teología natural, se opuso á sí mismo una duda, y dice: «Aquí dirá alguno: ¿he de creer yo que el cielo y la tierra son dioses, y que hay unos sobre la luna y debajo otros? ¿He de sufrir yo á Platón ó al peripatético Estratón, que el uno hizo á Dios sin cuerpo, y el otro sin alma?» Y respondiendo á este argumento dice: «¿Te parecen más verdaderos los